Resumen
Al concluir 2001 la Región Administrativa Especial (RAE) de Hong Kong cumplió cuatro años y medio de haberse reintegrado a la soberanía de China, pero preservando su propio sistema económico, político y social. Los pronósticos más alarmistas de que el gobierno central de Beijing y el liderazgo del Partido Comunista no tardarían mucho en intervenir, más allá de lo establecido en la Ley Básica, en los asuntos internos de la ex colonia británica y con ello acabarían con la “gallina de los huevos de oro”, quedaron muy lejos de convertirse en realidad. En rigor, las relaciones entre la RAE y la República Popular China se mantuvieron en una situación de creciente interdependencia económica y con un apego bastante escrupuloso al concepto de “un país, dos sistemas”, como lo prueban dos hechos significativos: el que la agrupación Falun Gong, que cuenta con algunos seguidores en Hong Kong, no haya sido declarada ilegal en la región, a pesar de las advertencias del gobierno chino de que no permitiría actividades de esa organización, que está prohibida en China continental, en ninguna parte de su territorio; y un fallo del tribunal de apelaciones de Hong Kong en favor de que 2 200 niños nacidos en el territorio pudieran acogerse al derecho de permanencia, a pesar de la obvia posición de China que hacía poco tiempo había sobreseído un fallo similar.
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